Mi desconcierto

Reconozco la ausencia de mis miedos mientras temo por habérselos dejado a otro tonto en el camino y el encontrarme con que ahora soy yo ese tonto que deambula con los miedos de otro y que terminan siendo más que míos.

No le temo a la desidia y es que ya no le pongo ganas a eso de estar desencantado. Me encanta desencantarme porque significa que mañana me encantará algo nuevo; cómo el niño con los juguetes, como el senil conociéndose de nuevo.

En ese trajín de buscar la explicación de aquello sin sentido, se me va la noción de algunas cosas que había aprendido, se me olvida que no debo creer en pajarito preñao y que si quiero algo es porque estoy trabajando en ello.

Mi desconcierto se reduce en las mañanas, cuando ni siquiera estoy seguro de estar despierto y es que ante tanta incertidumbre de lo que vendrá, me siento seguro por lo que ni siquiera me entero. A la hora del café es cuando apenas estoy agarrando el sueño y por cada sorbo que me quema, rememoró mis anhelos de ser mi eterno contrincante, de ser mi más fiel compañero.

Gracias de nuevo.