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La luz flameada

  • Foto del escritor: Carlos Pinto
    Carlos Pinto
  • 16 feb 2022
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 8 jun 2023


La doncella ya no llora la muerte de su amante guerrero.


El guerrero que entre luchas ha dejado la muerte en aquella ajena voz.


La voz que se estremece y derrumba los cimientos de un amor floreciente.


Una flor que se marchita por la pena de la ausencia y una lanza que regresa con victorias prometidas.


La promesa se incumple porque ya no hay dos partes.


Una parte de la historia que trasciende de lo humano.


Los humanos que se yerguen entre hermosos pastizales y un tumulto de entre tierra que se nota desde atrás.


Tras las nubes y los gases se vislumbran dos volcanes, la princesa adormecida y el guerrero con su antorcha.


De la antorcha el gran valiente prometió a su eterna amada, jamás apagar el amor, nunca apagar su luz flameada.


El flamante Popocatépetl y su apaciguada Iztaccíhuatl.

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